Abre los ojos y ve un lugar
irreconocible para él, un lugar al que solo se llega juntando el dolor y la
sangre repartida, juntos como si de familia se tratase.
Se
intenta levantar pero no está lo suficientemente preparado como para hacerlo,
nadie quien sobreviva a un accidente aéreo estaría dispuesto a hacerlo. En vez
de eso extiende los brazos en busca de un objeto que pueda servir para sacarlo
de allí pero lo único que encuentra es una pistola.
«Ahora
no me sacara de ningún aprieto» piensa y después la tira lejos, pero no lo
suficiente lejos como para perderla de vista. Se da la vuelta y se para en sus
rodillas cuidadosamente para observar el panorama de su situación… No muy
afortunada de por sí. Empezó a nevar, volteo su cara y vio algunos de los
restos del vuelo que lo había llevado a aquel punto. Subió la cara otra vez y
dejó que la nieve le resbalase por toda esta, estaba muy fría como era de
esperarse.
Se
percató de las heridas que este poseía; una en la frente, un dolor inusual en
el brazo y cansancio. Con igual cuidado que el previo se levantó, tenía
rápidamente que buscar algún lugar donde refugiarse antes de que fuese
demasiado tarde o un abrigo quizás para calentarse. Se aproximó al árbol más
cercano y se recostó para tomar aliento antes de emprender una caminata en
busca de milagros. Le pasó por un lado a la pistola y esta vez se agachó y la
sujetó, se aseguró que tenía lleno el cargador y se recostó al árbol siendo un
poco brusco en su movimiento.
Estaba
muy cansado.
-¿Ahora
qué? ¿Ahora qué?-se empezó a repetir más como una súplica que cualquier otra
cosa.
-¿Me darás ahora la razón?
Levantó la mirada y lo vio, su
cabeza estaba lo suficientemente cansada como para empezar a jugar con él.
Levantó el arma en su dirección, no estaba dispuesto a aceptar la invitación.
-¿Darte
la razón? ¡Si tú fuiste quien me condujo hasta aquí!-Euforia era una de las
muchas palabras que describía su actual estado emocional-¡Tú fuiste quien
provocó esto incitando con tus estúpidos juegos! ¿Para qué? No… ¿Por
qué?-Sostuvo el arma con ambas manos.
-Todo tiene su razón de ser, y puede ser muy
difícil de encontrar por más boba que parezca
Ahora estaba a su izquierda. Se
tiró al piso, sorprendido de lo que su propia mente podía lograr. No iba a
jugar esta vez, pero le estaba incitando muy vastamente a hacerlo.
-Mira
donde nos condujo esto… ¡A tu propia muerte! ¿Crees que me agrada? ¡Pues, crees
mal! Crees mal…-Una lagrima se asomó por su mejilla.
-Ya nos enfrentaremos a las consecuencias de
esto. Vamos, levántate…
-Cállate.-No era una simple
lagrima, era el detonador de una bomba de tiempo que venía contando el momento
desde hacía mucho.
-No es el momento.
-He dicho que te calles.
-Sabes muy bien que no lo haré.
-¡¿Acaso no puedes callarte?!-Jaló
el gatillo 3 veces, pensando que esa sería la solución.
Un
sollozo se escuchó.
-No creo que sea tan fácil como eso.
Tenía razón, pero por ahora solo
quería desahogarse y no lo estaba logrando pues estaba siendo muy irritante. Se
secó las mejillas, se levantó y echó a correr tras la voz que lo atormentaba
gastando todas sus energías o gran parte de ellas.
Se dio
contra un árbol a unos metros de su punto de partida. No cayó en el piso pero
si se recostó a tomar un aliento e intentar pensar claramente pero enfrente lo
vio, claramente era su figura que lo incitaba a seguirlo.
-¡Calla
de una vez!-Empezó a caminar con arma en mano. Cada paso era un sollozo que
dejaba de reprimir, un grito que pudo haber tenido su momento pero fue
escondido.
Paró
cuando el cargador estuvo vaciado, cuando ese pequeño ruido lo devolvió a la
realidad vio que delante había equipaje, quizás de uno de los no tan
afortunados pasajeros, lo abrió y encontró una gabardina que le quedaba
perfecto y que también le recordaba a casa.
-Mira enfrente. Y dime que vez.
Otra vez delante de él, pero
cuando levantó la mirada supo que sería por poco. El complejo estaba delante de
él, lo había encontrado ¡Y todo por seguir los pasos de su cansada mente!
-Te dije que te levantaras.
-Tenías razón. Bueno, tuve razón
en confiar en mis instintos… Inclusive después de muerto me salvas la
vida.-dijo mientras juntaba los brazos para crear un poco más de calor.
-Los fantasmas no somos un juego.
Se dio vuelta y pensó en
aquellos restos de avión, donde también se encontraban los restos de alguien
muy querido para él. Y la única manera de honrarlo sería llegar a aquel
complejo que se alzaba en el risco, quizás muy lejos. Pero toda aventura tiene
un final, y el de aquella estaba cerca.